viernes, febrero 24, 2006

Ficción: Entrevista a Ekard Garibay, escritor.

Ficción: Entrevista: 5 preguntas para el escritor Ekard Garibay.

Reproduzco brevemente la entrevista que pude hacerle a Ekard Garibay excelente y controvertido escritor mexicano, autor de La sencillez de los muertos (1999), Contra el 68 [Por puro amor propio] (2001), El caníbal del mañana (2002), Ese amado fantasma: el Cine (2004) y su más reciente novela Amante para los domingos (2005) de la Editorial Bagada.

Autor de una prosa poética, de ensayos lúcidos y de duras críticas, ha sido ostracisado por la cúpula literaria, sin embargo, goza de notoriedad y verdadero aprecio entre muchos lectores, que creo estarán contentos con esta entrevista, una de las pocas que ha concedido para cualquier medio, lamentablemnte no dejo que le tomará algunas fotografías.


Tiempo y Eternidad: Buenas tardes Sr. E. Garibay.

E. Garibay: Buenas noches, son ya las siete de la noche.

TyE: Perdón Maestro, buenas noches.

E.G.: Mire usted joven amigo, yo no soy maestro en nada y de nadie. Soy un simple escritor, si he enseñado algo pido perdón encarecidamente, le parece que iniciemos la entrevista.

TyE: Claro. ¿Cómo empezó en esto de la literatura?

E.G.: Creo que como todos... aprendiendo a leer y escribir... me enseño mi abuela con un viejo silabario que aún conservo y luego descubrí las historietas, antes que los libros.

Ya luego empecé a leer a los clásicos por influencia más del cine y de mi padre que por mis maestros que no supieron despertar en mi generación una verdadera pasión por la lectura.

Cuando entre a la carrera de Ingeniería en la UNAM me apasione por la ciencia ficción gracias a uno de mis compañeros que me recomendaba buenas traducciones, pues nunca aprendí el inglés a la perfección, cosa que me ha abierto muchas puertas y cerrado más.

A lo largo de mi vida me desarrolle más en la filosofía que en la novela, sin descuidarla claro!, me parece un saber más profundo pero menos verdadero.

Ahora después de un buen trecho soy más un relector que un lector, si bien descubro con gusto para mí mismo buenas obras y escritores realmente notables... he desarrollado un buen olfato que va contra el gusto popularizado, con decirle que no me gusto el Código Da Vinci y ni lo leí.

Respecto a lo que escribo, siempre me pareció atractiva la poesía y empecé en ella... más por la idea de una superioridad del poeta frente a la vida que se presenta en muchas películas, aunque invariablemente les vaya del carajo, que por el ideal preciosita del lenguaje.

Pero comprendo que el arte se hace con el arte y tras varios libros empiezo a dominar el lenguaje más como a una mujer que como a una fiera salvaje. Eso lo aprendí de mi falso pariente Don Ricardo Garibay...

En mi vida diaria he sido más poeta por conseguir amor y sexo que por una dolencia existencial. Luego me pase al cuento y a la novela, por buscar expresar lo que sentía y al ensayo para decir lo que pensaba. Pero nunca deje la poesía... trato de hacerla presente en lo que escribo. Tal vez tenga el valor de publicar algo de poesía que tengo guardada, tal vez...


TyE: ¿Su desarrollo fuera del nicho literario, de las academias y de las escuelas es la causa de su confrontación y enemistad con otros escritores e intelectuales?

E.G.: Claro que sí! No les parece que un amateur, al fin de cuentas un impostor, se lleve una nimia parte de los reflectores que no de los lectores, que a menudo no les interesan. Por ello me han cerrado muchos de los espacios de crítica y diré con orgullo que soy para el gran público desconocido, si bien gozo de una fama muy modesta entre algunos.

También diré con el pecho henchido que busco lectores, no críticos, no colegas, no gloria y al final ni siquiera lectores... busco escribir.
[Enciende un cigarrillo]

La enemistad también viene por mis pensamientos contra otros escritores mimados y anquilosados en el 68, hay un cierto enanismo intelectual en ello, al fin de cuentas no produjeron ninguna mente privilegiada, renunciaron a pensar en pro de su ideología barata y muchas figuras de aquel entonces encarnan todo aquello que despreciaron y atacaron, fracasaron en todo.

El 68 representa para mí en muchos aspectos un atentado contra el amor propio de México y el mundo, de ahí el título de mi segundo libro.

Los detesto y me detestan... los he atacado y me han obstruido, cosa que está bien... aunque no crea que me preocupan demasiado, sólo cuando veo Poniatowska, por ejemplo, en las presentaciones obradorista de ese prócer popstar por la TV o a Monsiváis criticar (con alguna buena razón) pero con su premiezote en la bolsa. Ya saben lo que dicen, la verdad tiene mal olor en algunas bocas.

En fin uno no escoge a sus contemporáneos.

Un auténtico "hombre del 68" -que los hay- reconocerá en la centroderecha política su adversario todavía, pero lo que es más importante en la izquierda moderna su derrota más absoluta.

Pocos lo hacen, aquellos que no, son los que me detestan, a nadie le gusta que le recuerden la realidad que quieren olvidar.


TyE: ¿A qué cree que se deba su éxito actual entre los lectores que se aprestan a comprar sus libros?

E.G.: Tal vez porque el tiraje es pequeño se apuran a conseguirlos... ojalá no crean que algún día tendrán algún valor, excepto como unas lindas ediciones las cuales agradezco infinitamente a los editores... [da una honda fumada a su Raleigh]

...pero más allá creo que a mi sinceridad y lealtad hacia ellos, no creo estar por arriba de su intelecto, sino al contrario, sé que el lector es inteligentísimo que debo contarle historias dignas...
[expulsa el humo en una gran nube]

... que debo convencerlo de las mejor forma yendo más allá de las apariencias y muchas veces de las convenciones, partiendo desde lo ordinario a lo extraordinario, con un lenguaje preciso que pongo al servicio de la propia historia no al servicio de él mismo, sin embargo, trabajo el lenguaje para dar belleza y hasta hacerlo desaparecer.

Escribo intentando entablar un diálogo activo más conmigo mismo en el momento de escribir y más tarde con el lector... en ese diálogo le confío mi visión del mundo y confío en la interpretación que hagan de él, pero los malentendidos nunca faltan, esa es la tragedia del escritor frecuentemente.

Le decía joven amigo, que digo lo que siento y lo que pienso positiva o negativamente a través del personaje o el "contrapersonaje" en las novelas o a través de mí mismo, de mi voz pensante en los ensayos. Lo digo siempre con todo el arte del que soy capaz.

Soy fiel a mí mismo en el tiempo y en el espacio que me toca, pues soy cambiante y tengo la modestia y la dignidad de reconocer mis errores los cuales son y serán muchos. Escribir me permite vivir infinitamente para afrontarlos y tratar de resolverlos... aún con la irreversibilidad del tiempo.


TyE: ¿De esa convivencia con el tiempo proviene su amor por el cine?

[Vuelve a fumar el olvidado cigarro]

E.G.: Mi amor profundo por el cine viene de mi niñez, mi adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte.

Es un acto vital y poderoso.

Me regocijo con el cine de pantalla grande y de pantalla chica... Mas me enfurece que me llamen cinéfilo, pues no quiero ser comparado con estos seres horrendos "intelectualitos criollos de Coyoacán” que van a la Cineteca con tufos de grandeza y aunque no entiendan una chingada sobre lo que vieron, sacan teorías exquisitas y citan a Bergman, Tarkovsky y Wenders, cuando nunca han visto alguna de sus películas, pero se sienten los únicos herederos de los Lumiere.

O aquellos que por saber la más inútil anécdota, hoy llamada trivia, se sienten que lo saben todo de una película o de un director, anteponiendo lo trivial al gozo de estar en la obscuridad frente a realidades distintas y a "el pensamiento" que presupone el cine...

Creo fervientemente que el cine es una forma superior del pensamiento y del gozo. Cuando se tiene esto se puede perfectamente ir al conocimiento trivial para vestir la experiencia, pero primero hay que disfrutar el cine.

Es un arte, sí y por eso es disfrutable hasta el éxtasis. Pero también es el arte más popular, accesible a todos. Y eso muchos críticos lo han olvidado, por ello no creo demasiado en ellos y hasta me alejo corriendo, salvo excepciones como Gustavo García, Sergio Zurita y René Franco que son capaces de deslumbrarse con lo que sucede en la pantalla, disfrutar de la experiencia, hacer una crítica puntual y coherente y siempre obtener grandes enseñanzas e incluso ideas, lo que en verdad es poco frecuente.

Lo que también les agradezco es su humildad ante el cine, no son como los "superiores" críticos y espectadores intelectuales que todo lo desdeñan de entrada... sucede siempre que los más grandes son también los más humildes.

Yo mismo cuando hablo de cine, lo hago desde el entusiasmo y el razonamiento más divertido, pero también desde la humildad... el espíritu del cine me sobrepasa y por ello puedo criticarlo como el espectador impresionado que soy y como el escritor que pretendo ser, pues en las entrañas del cine está una literatura revolucionada.

Se puede pensar el mundo con el cine y me gusta hacerlo, invariablemente en mis libros el cine aparece como una fuerza moral a favor y en contra de los personajes. En realidad, mi relación con el cine es de devoración veo todo tipo de cine, aquel que me lata... usando tal vez mi mismo olfato para la literatura desde el llamado "de arte", al "comercial" incluso aquellas cintas que otros calificarían como bodrios y churros.

Para acabar, me encantaría escribir para cine. Es uno de mis proyectos, aunque no sé como fregados hacerlo, es un ejercicio de la literatura diferente y más dinámico que supone otro tipo de lenguaje. Ya veremos.


TyE: Es decir, ¿tiene más cosas por aprender?

[Le da la última fumada al cigarrillo y lo tira en un cenicero con forma de pato]

E.G.: Si. Y no es un cliché barato, es una realidad maciza.

Aprender para el escritor es tratar de entender el mundo y plasmarlo en la obra, de manera a veces más sencilla o más compleja de lo que es, reconstruimos la realidad dando paso a una realidad literaria que necesita de buenos cimientos.

Aprender es tratar de impactar más con el lenguaje y decir cosas de la mejor forma posible. Aprender para el escritor es convertirse en escritor y se aprende escribiendo, no hay otro modo, pero para escribir hace falta leer, comer, beber, amar, en suma vivir. La literatura de ésta forma es una ética.

Siempre me pregunto ¿Soy un buen escritor? y me respondo "Algún día lo serás" y sé que para mí el camino es la meta.

Claro, que cuando me comparo -sin humildad falsa- con los escritores modernos que han cambiado el arte por la necedad, puedo decir "sí soy un escritor, acaso bueno" pero cuando mi comparación se dirige a figuras como Cervantes, Tolstoi, Chéjov, el propio Ricardo Garibay que siempre busco el párrafo perfecto, sé estoy tan lejos que habría que escribir sin descanso y producir cada semana una obra maestra para tal vez empatar con ellos.

Haré una salvedad para no ser injustos encuentro a un joven maestro en Álvaro Enrigue el cual me sorprendió desde que transmitía en la extinta ABC Radio cápsulitas tan bien hechas que eran sin duda vitaminas para el alma.

Así que aquí me encuentro, en este punto de búsqueda y encuentro con el pretexto de la literatura sin dejar la vida que yo entiendo como intensamente mía. Le adelanto, joven amigo, que estoy en vías de escribir una novela sobre Cristo, un ensayo sobre el Diablo y algunos cuentos sobre los humanos, como ve no descuido ningún flanco.

Pero ya se hizo muy tarde, le agradezco haya venido hasta acá su casa y hacerme hablar tan a gusto y tan verdaderamente sin copas de por medio. Ahí será para la otra.


TyE: Gracias a usted, es una distinción el haberlo entrevistado y ojalá haya una segunda vez. Gracias.

E.G.: Pero venga, no se vaya, lo invito al cine con mi mujer y mi hija, pero mucho cuidado eh!, iremos a ver de nuevo Syriana, usted, ya la vio? ¿Si? Perfecto, oiga que le pareció... cree que Clooney se lleve el Oscar...

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