No hay abril como éste que sale de tus ojos con sabor de deseo.
Algo sin embargo,
le falta al mundo y tú te empeñas en empobrecerlo,
en no estar en esta hora final
en que mi alma quiere sentirte
y te busca con manos de ciego,
y tú sin misericordia te empeñas
en no sentir
con tu corazón de acero.
A mi amor por ti le dan una primavera con mil incógnitas,
cómo va a resolverla si le falta el valor de tu cuerpo,
el número mágico que guardas en ese lugar secreto,
pequeño, dulce, infinito... perfecto.
Pero cómo diablos no va a poder mi corazón
resolver el desquiciante mundo,
la desgarradora ausencia:
si te ama con cada latido,
si yo mismo como si fuera otro
te sigo amando
en esta primavera irresuelta
que con colores de deseo
va saliendo de tu cuerpo.
Y por lo tanto:
No hay abril
más incendiado
que éste
al puro contacto
de mi cuerpo
con tu cuerpo.
(Ciudad de México: Abril, 2005)