En 1992 Guillermo del Toro debutó en la pantalla grande con Cronos o La invención de cronos, dando nueva vida al horror cinematográfico mexicano, y revelandose como el gran cineasta que es.
La premisa de la historia es bastante sencilla: En 1535 un alquimista contruye un extraordinario artefacto de oro, capaz de proveer de vida eterna a su poseedor, varios siglos después, un anticuario Jesús Gris (Federico Luppi) descubre la maquinaria que le dará la vida eterna y lo confrontará con Dieter de la Guardia (Claudio Brook) que necesita de sus poderes para preservar su alícaida vida.
La inmortalidad que gana Jesús Gris en vez de producir poder o alegría le genera pena y en el espectador compasión, revelando de este modo, la melancolía de los dioses, de los inmortales o de los difuntos que andan entre nosotros, logrando un cine de horror instropectivo y melancólico que deja huella.
Ésta clase de reflexiones son recurrentes en los trabajos más personales del director jaliscience y en general a lo largo de su obra. Trabaja, retrabaja y vuelve siempre a los monstruos que de niño literalemnte "lo atraparón" y a sus obsesiones y temas centrales desde la magia obscura, lo mísitico a los insectos, los cómics, etc.
La coherencia de Guillermo del Toro es absoluta entre lo que piensa, lo que le gusta vivir y lo que filma. Necesario es pues, volver a disfrutar La invención de Cronos ahora que es más fácil encontrarlo en DVD, así como, el resto de sus películas, el terror es parte esencial de la experiencia cinematográfica.
-elt-
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