sábado, julio 29, 2006

Referencias: Cine: Fellini sobre Fellini.

Autoreferencias: Cine: Fellini sobre Fellini.

“Muchos dicen de mí que soy un mentiroso, pero los otros también mienten.
Las mentiras más grandes sobre mí las he oído de los otros.
Podría desmentirlas, pero, como soy un mentiroso, nadie me creería”.
Federico Fellini.

sábado, julio 22, 2006

Cine: Epitafios: Citizen Welles.

Cine: Epitafios: Citizen Welles.

A decir verdad no sé si ésta inscripción aparezca sobre la lápida de Orson Wells, creo que para el caso no importa o sale sobrando y creo tener la razón ante lo lapidario del epitafio pero sobre todo por el respaldo que encuentran las palabras en su vida:

“No es que yo fuera superior .
Es que los demás eran inferiores.”

Orson Welles (6 de Mayo de 1915–10 de Octubre de 1985)

sábado, julio 15, 2006

Frases: Pensamiento: Odios políticos.

Frases: Pensamiento: Sobre los odios políticos.

Nada más actual que los odios políticos, pero para documentar el pesimismo (si pensamos que esta situación no ha cambiado en mucho tiempo) o el optimismo (si aludimos a que hemos sobrevivido incluso a estas circunstancias) cito aquí una frase extra–lúcida de Julien Benda (para todos aquellos que han criticado mi admiración por Bergson, he aquí que cito a uno de sus más entusiastas oponentes). Ojalá esta frase sirva para algo, en medio de tanta locura:

Nuestro siglo será el siglo de la organización intelectual de los odios políticos. Éste será uno de los grandes títulos en la historia moral de la humanidad.

La traición de los clérigos (1927), Julien Benda (1867–1956).

sábado, julio 08, 2006

Cine: El Campeón Alejandro Galindo

Cine: Alejandro Galindo, Campeón con corona.

Hay una figura cinematográfica imprescindible que se adelanto con mucho al Laberinto de la Soledad de Octavio Paz al describir esta historia sin fin de la derrota mexicana, que trágicamente parece eterna y para prueba ahí está el futbol. La figura fulgurante es la de Don Alejandro Galindo (fallecido el 14 de enero de 2006), la obra Campeón sin Corona que junto con otras de sus películas tienen asegurado un sagrario de honor en el cine mexicano.

Nacido en Monterrey, Nuevo León el 14 de enero de 1906 y adoptado por la Ciudad de México desde muy niño, Héctor Alejandro Galindo Amezcua es sin más, el padre del cine urbano, un cronista íntimo de la metrópoli. En sus películas avivó un México de desvelo, de crimen, alcohol, cabaret, caída... un México que nunca duerme de noche, activo de día, cómico y trágico, fértil a las historias de identificación popular donde los chóferes, los funcionarios, los neveros, los taqueros, los boxeadores... el ciudadano común y corriente y la nueva clase media baja es el héroe y el antihéroe de los mil problemas diarios. Con ello nos ha legado aunque sea indirectamente los binomios de Tin Tan–Martínez Solares y Pedro Infante–Isamel Rodríguez.

Él mismo logró una mancuerna ideal con David Silva para crear una de las perlas negras del cine mexicano: Campeón sin corona de 1945. Equilibrada con entrañas y sencillez es una historia emotiva y brutal sobre el triunfo de un boxeador y la caída de un hombre no en el ring sino en su vida, autocondenado a la derrota. Inspirada en la historia del púgil Rodolfo Chango El Casanova, Roberto Kid Terranova es el héroe vencido, no por el adversario, sino por lo que trae adentro, por el miedo... y a decir de un personaje cinematográfico, el miedo y el terror son enemigos poderosos.

Alejandro Galindo conformo un reparto extraordinario, además de David Silva estaban Amanda del Llano como Lupita la leal novia; el terrible Carlos López Moctezuma como el bueno del Tío Rosas, el manager que prepara al púgil para su destino; Fernando Soto Mantequilla como El Chupa el simpático second que tiene un brillo especial por contraste con la aflicción y por último y de manera estelar La Ciudad interpretada por la Lagunilla, la Arena México, los salones de baile, los billares, las taquerías, las fondas, las calles...

Campeón sin corona estrenada en el Cine Palacio en 1946 sigue siendo en proporciones una tragicomedia dolorosa, una apoteosis de la derrota, una epopeya del fracaso... pues ahí está encarnado el complejo de inferioridad del mexicano, el que tiene todo para triunfar, pero que se amilana frente al pocho Joe Conde (interpretado odiosamente por Víctor Parra) cuando le habla en inglés siendo que Terranova es mucho mejor para los golpes; ahí está la figura que no resiste la fama, el dinero y las mujeres que le inmola la efímera gloria, pues le puede aún más la decepción amorosa de la mujer fatal (Susana interpretada por Nelly Montiel) que personifica aquel mundo que quiere pero que odia y teme.

La fotografía y la habilidad técnica del maestro nos muestra aquel ambiente de golpes, fracturas, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, entradas, ganchos, ráfagas de golpes, una naturaleza violenta engalanada por el legendario anunciante Antonio Padilla Picoro y los comentaristas el “Mago” Septién y Ramiro Gamboa el “Tío” Gamboín.

Kid Terranova saca la batalla del cuadrilátero. Su final es trágico: derrotado no en el ring sino en la vida... vaga como una sombra en el anonimato de las glorias pasadas, lejos de sus seres queridos, atestiguado el triunfo de otro boxeador que sin embargo y a decir de uno de los parroquianos que festeja aquella victoria en una cantina no es nada frente a un fantasma llamado Kid Terranova. Y sin embargo, pudo haber sido peor, éste final de la película no es el original, el manuscrito indicaba que el Kid terminaba perdido en el vicio, Galindo lo cambió a petición del productor Raúl de Anda, para dar una esperanza, la cual está representada por la madre del campeón y Lupita que lo encuentran y le piden volver a la nevería a batir la de membrillo.

Lo dicho, una obra de arte. El maestro Alejandro Galindo con Campeón sin corona hace una parábola de oro que baja y baja sobre el combatiente que pudo pero no quiso triunfar. Finalmente y aún hoy, nosotros seguimos siendo nuestro peor enemigo.

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sábado, julio 01, 2006

Reflexión: Sobre la poesía.

Pensamiento: Reflexión: Sobre la poesía.

El objeto inmaterial de la poesía es el mundo mismo, hace falta convertirlo en palabras e imágenes para disponerlo de forma ordenada o caótica.

Finalmente la tarea consiste en alzar al hombre por encima de su fragilidad y tundirlo para desplomarlo de su superioridad aparente.

Sin embargo, la trampa permanente es creerse un dios (aunque sea pequeño) o una creación sobrehumana, y aún si no lo reconocemos lo sabemos perfectamente: un poeta es un mortal que quiere, aunque sea por un instante, dejar de serlo.